Pueden decir que exageras, que has crecido en otra época, que eres muy sensible… Muchas cosas, pero eso no quita que vivas dentro de un ambiente familiar tóxico. Muchos hemos crecido ahí, en una casa donde todo es pelea y gritos, donde un día todo va viento en popa y de repente todo se derrumba, donde no puedes expresarte ni tu familia lo hace.
Vivir en un ambiente tóxico influye directamente en tu estado físico, emocional y energético. Esta falta de estabilidad puede tener dos efectos en ti: te hace más fuerte o te hace más débil. Muchos necesitamos ir a terapia para darnos cuenta de que nosotros no tenemos la culpa de lo que sucede en casa, otras personas deciden independizarse y muchas otras deciden, lamentablemente, se van por el camino autodestructivo (adicciones, actos de rebeldía y hasta suicidio).
Pero ¿cómo saber si te estás desarrollando dentro de un ambiente familiar tóxico? Esto no lo enseñan en la escuela, no todos tenemos la facilidad económica para asistir a terapia o simplemente no lo tomamos en cuenta porque estamos tan acostumbrados a la toxicidad, que ya no nos percatamos de ella.
No importa lo que te digan al respecto. Esto está mal, y tu tienes el poder de cambiarlo.
¿Estás hablando o gritando?
La comunicación en una familia tóxica se basa en gritos, así de simple. No hay nada más que pensar ni buscar. En un ambiente donde la toxicidad abunda jamás vas a poder tener una conversación sana, siempre será a base de gritos. Esto tiene una razón de ser, todos somos humanos y en cada cabeza hay un mundo, pero eso no es justificación. Ya sea que hagas un comentario “negativo”, estés dando tu punto de vista o simplemente estés compartiendo tus sentimientos. La respuesta viene en forma de gritos. Atacamos en vez de escuchar porque nos sentimos atacados.
No hay orden.
Hay cosas por todos lados, no puedes dejar una pluma en la mesa porque a alguien le estorba y la mueve. Nunca hay nada en el lugar que le corresponde, desde los cubiertos hasta la ropa. Todo es un desorden, sin embargo, a veces hay un orden aparente por si llegan visitas… Como en la sala de estar o en el comedor, mientras que en las otras habitaciones todo es un desastre.
El enojo es el motor.
En un ambiente familiar tóxico, el motor es el enojo, cuando debería de ser el amor. Cuando dejamos que el enojo y el rencor se conviertan en nuestro motor hacemos todo con energía pesada, es lógico y esto atrae más peleas y conflictos familiares.
Distanciamiento.
Cada integrante de la familia vive en su mundo. A pesar de sus horarios, cuando tienen tiempo para estar juntos y convivir, cada uno decide dedicarse a lo suyo. No hay interés de convivir ni ganas y cuando se da la ocasión, siempre hay disputas.
Soy el padre, hermano, hijo y esposo.
El intercambio de roles es algo muy común. Esto es cuando los hijos adoptan los roles de los padres y viceversa, por ejemplo, el hijo se encarga de cumplir la función del padre con sus hermanos o la hermana la función de la madre. Esto está mal en todos los sentidos y tiene un efecto psicológico grave en las personas. Generalmente somos los hijos los que tenemos que hacer que los padres vean sus errores y actitudes, mientras que los padres son los que crean los conflictos, como adolescentes.
Vivir dentro de un ambiente familiar tóxico no es sano para nadie, ni para hijos ni para padres. Si te estás dando cuenta, haz algo para cambiar el rumbo de la relación familiar y si no puedes hacer nada por los demás, haz algo por ti. Muchas veces tenemos que ser egoístas, no importa si tenemos que olvidarnos de nuestros padres o hermanos, tenemos que pensar en nosotros mismos.